“Muchas personas ambiciosas van por la vida con una persistencia y una ambición admirables, pero no tienen éxito porque no experimentan con nuevos enfoques”. - La Magia de Pensar en Grande
Haz de la persistencia tu mejor amiga. La
perseverancia es un tesoro. El tesoro de ayudarte a persistir pese a todas las
dificultades. Su magia aumentará tu autoestima y autodisciplina para superar
cada obstáculo que se te presente. Todas las cosas que se lograron en el mundo
se debieron a la perseverancia de alguien.
Debemos ser perseverantes. Pero la persistencia es
sólo uno de los ingredientes de la victoria. Podemos intentarlo, e intentarlo y
volver a intentarlo, y seguir fracasando, a menos que combinemos la
persistencia con la experimentación. La verdad es que la pura persistencia a
menudo no es suficiente. No lo es cuando seguimos usando el mismo enfoque en
todo lo que hacemos. Lo que es necesario hacer cada vez que estamos estancados,
no solamente persistir, sino intentar nuevos enfoques y nuevas técnicas.
Muchas personas van por la vida con una
persistencia y una ambición admirables, pero no consiguen tener éxito porque no
prueban nuevos enfoques.
Mantente firme en tu objetivo. No te alejes ni un
milímetro de él. Pero si no obtuviste aún los resultados, prueba un nuevo
enfoque. Las personas que tienen una gran persistencia, que pueden agarrar algo
y no soltarlo, y aprovechan su experiencia tienen una cualidad esencial para el
éxito.
Cuando Thomas Edison inventó la lámpara, tuvo que hacer miles de experimentos para que funcionara. Un joven reportero le preguntó cómo se sentía después de haber fracasado tantas veces, y Edison respondió: "No he fracasado ni una sola vez. Inventé la bombilla incandescente. Lo que pasó es que fueron miles de procesos".
La genialidad suele ser sinónimo de perseverancia.
La perseverancia más la experiencia dan como resultado el éxito.
Helen Keller, a los dieciocho meses, perdió
repentinamente la vista, el oído y el habla. De pequeña, apenas aprendiendo el
sistema de comunicación de los sordos, Helen solía repetir: “Algún día iré a la
universidad”. Y, efectivamente, lo hizo. En 1898, ingresó en la Escuela para
Mujeres de Cambridge. En 1900 ingresó en la Universidad de Radcliffe. En 1904
se licenció. Para integrarse en la sociedad, Helen Keller encontró terribles
dificultades. Muchos la combatieron públicamente. Helen no se dio por vencida.
Propuso una serie de artículos en los periódicos y en revistas de los Estados
Unidos. Dentro de poco tiempo comenzó a recibir invitaciones para realizar
palestras en todas partes del mundo. Varios títulos le fueron otorgados, por la
valiosa contribución dada al mundo. Helen se convirtió en miembro honorario de
sociedades científicas y organizaciones filantrópicas en los cinco continentes.
Es importante abandonar el hábito de buscar excusas
para los fracasos, de culpar a otras personas o a circunstancias externas fuera
de nuestro alcance por los fracasos personales, tales como crisis económica,
crisis política, crisis mundial, discapacidad física, y así sucesivamente.
En lugar de esta actitud mediocre, tengamos
presente la frase de Helen Keller: “Cuando una puerta de la felicidad se
cierra, otra se abre; pero a menudo miramos tanto la puerta cerrada que no
vemos la que se ha abierto ante nosotros”.
Recuerda no perder el tiempo cabeceando en la
puerta que se ha cerrado.
Fariddy Yunis

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