Una actitud entusiasta tiene el poder de
tranquilizarnos ante los problemas. También nos ayuda a darnos cuenta que
incluso los problemas más complicados pueden resolverse. Por cierto, los
resultados vienen en proporción al entusiasmo aplicado.
Tres pasos para desarrollar entusiasmo:
1. Profundiza
en el tema. Piensa en algo en lo que tengas poco interés y pregúntate:
¿Cuánto sé realmente sobre esto? Tal vez tu respuesta sea, ‘No mucho’. Aquí es
cuando debes aprender más sobre lo que no te entusiasma.
Por ejemplo, si alguien no te cae bien, averigua todo
lo que puedas sobre la persona – a qué se dedica, familia, antecedentes, ideas
y ambiciones y verás cómo crece tu interés y entusiasmo por ella. Sigue
indagando y seguro que encuentras intereses comunes. Sigue indagando y
descubrirás a una persona fascinante.
Si tienes que mudarte de ciudad o de país, haz lo
mismo; aprende todo lo que puedas sobre el lugar. Esto te entusiasmará en lugar
de preocuparte. “Para entusiasmarse con cualquier cosa, personas, lugares o
cosas, hay que profundizar en ello.” La ignorancia sustenta el negativismo. El
descubrir acoge la fascinación.
2. En todo lo
que hagas, dale vida. El entusiasmo, o la falta de él, se refleja en todo
lo que haces y dices. Dale vida a tu apretón de manos. Un apretón de manos
tímido es peor que no darlo. Esto hace que la gente piense: “Este tipo está más
muerto que vivo”.
Dale vida a tu sonrisa. Sonríe con los ojos. Una
sonrisa abierta y sincera muestra una personalidad cálida y entusiasta. Dale
vida a tus “gracias”. Haz que tu “gracias” signifique “muchas gracias”. Ponle
vida a tus discursos. Un mensaje transmitido con entusiasmo puede ser recordado
durante meses, incluso años. Pero un mensaje sin entusiasmo se olvida
rápidamente.
Cuando pones vida en todo, automáticamente pones más
vida en ti. Muéstrate vivo en todas partes. Asegúrate de que todo lo que hagas
y expreses le diga a la gente: Esta persona está viva.
“Cuando te acostumbres a colorear tus palabras con
sentimientos sinceros, notarás un gran avance en tu capacidad de mantener la
atención”.
3. Transmite
buenas noticias. Las buenas noticias atraen la atención, generan
entusiasmo, hacen que la gente sea más agradable e incluso favorecen la buena
digestión. Nadie ha ganado nunca un amigo, dinero o buena salud transmitiendo
malas noticias. Difunde lo bueno que te ha ocurrido a tu familia. No tiene
sentido preocuparlos con malas noticias. Lleva a casa algo de luz cada día.
Acostúmbrate a hablar siempre favorablemente del tiempo, haga el tiempo que
haga. Quejarse del tiempo te hace más desgraciado y contagia la miseria a los
demás. Recuerda que los demás quieren estar rodeados de gente alegre y
entusiasta. Estar rodeado de personas que se quejan y de personas medio muertas
es incómodo.
Transmite buenas noticias a las personas con las que
trabajas. Aliéntalos, felicítalos cada vez que tengas la oportunidad. Sé servicial.
Anímalos y gánate su apoyo. Hazles saber que tienes fe en ellos.
Recuerda, cada vez que dejes a una persona, pregúntate: “¿Esa persona honestamente se siente mejor porque ha hablado conmigo?”. Aplícalo cuando hables con todas las personas, sin excepción, incluso con conocidos casuales.
Fariddy Yunis
No comments:
Post a Comment