Si miramos a nuestro alrededor, todo lo que vemos
fue creado primero por los pensamientos de alguien. Y luego su concentración,
determinación, perseverancia y sobre todo su acción dieron vida a ese
pensamiento. Por ejemplo, un arquitecto que primero imagina sus diseños y luego
éstos se hacen tangibles. O un carpintero que puede hacer maravillas con unos
trozos de madera.
Todo lo que existe en este mundo, desde los
satélites hasta los rascacielos, pasando por los alimentos para bebés, no fue
más que una idea que se puso en práctica. En realidad, el éxito lo consiguen
las personas activas, creadoras, realizadoras, ejecutoras de ideas y planes. Los
que acumulan fracasos son generalmente personas pasivas. Posponen sus ideas
hasta que se convencen de que no deben o no pueden hacerlas o hasta que es
demasiado tarde.
La diferencia entre estos dos tipos de personas se
manifiesta en todas las formas de comportamiento. Una consigue hacer las cosas
que quiere hacer, y como subproducto gana confianza, seguridad interior, autoestima
y más beneficios. La otra, desgraciadamente, no consigue las cosas que quiere
hacer porque no actúa. Siempre “va a hacerlo”, pero no lo hace. Como
subproducto, pierde la confianza en sí misma, destruye su autoestima y vive en
la mediocridad.
Un error común es esperar el día en que estemos
totalmente preparados. Pensamos que para que las cosas salgan bien, tenemos que
saberlo todo o esperar a que se den las condiciones ideales. Evidentemente, los
pasos adecuados son algo de planificación, organización y preparación. Pero es
un engaño creer que estaremos preparados al cien por ciento para cualquier nuevo
proyecto. La vida siempre nos enseña algo de un modo u otro. Si seguimos
esperando a estar completamente preparados, no sólo estaremos perdiendo
oportunidades, sino que nos estaremos estancando.
¿Cuántos de nosotros enterramos buenas ideas por miedo a actuar sobre ellas? Y mucho tiempo después, el espectro de esas ideas vuelve a perseguirnos.
Es imposible eliminar todos los riesgos antes de empezar.
Si este es tu objetivo, nunca empezarás. Pon en práctica estos puntos clave para adquirir el hábito de la acción:
1.
Sé un realizador. Sé alguien
que hace cosas.
2.
No esperes a que las cosas sean
perfectas. Nunca lo serán.
3.
Recuerda que las ideas por sí
solas no traen el éxito. Las ideas sólo tienen valor cuando se ponen en
práctica.
4.
Utiliza la acción para curar el
miedo y ganar confianza. Haz lo que temes y el miedo desaparecerá. Pruébalo y
verás.
5.
Pon en marcha tu motor mental
de forma mecánica. No esperes a que el espíritu te mueva. Pasa a la acción,
profundiza y mueve el espíritu.
6.
Piensa en términos de ahora.
Mañana, la semana que viene, más tarde; y palabras similares suelen ser sinónimos
de la palabra fracaso, ‘nunca’. Vuélvete una persona del tipo ‘empiezo ahora’.
7.
Ponte ‘manos a la obra’ lo
antes posible. No pierdas tiempo preparándote para actuar. En su lugar, empieza
a actuar.
8.
Toma la iniciativa. Sé un
luchador. Demuestra que tienes la capacidad y la ambición de hacer.
Recuerda, valora tus ideas y actúa sobre ellas para ganar tranquilidad mental.

No comments:
Post a Comment